jueves, 8 de mayo de 2008

Saiyonara



Durante los últimos años los dirigentes de la FIA con Mosley a la cabeza se han embarcado en una lucha por abaratar los costes de la F1. Si bien es cierto hace algunos años los grandes presupuestos presuponían éxito con los últimos tiempos esto no se ve del todo claro.

La F1 en este aspecto ha cambiado mucho. Cuando nació esta gran competición se podría llamar de alguna forma “tradicional”, artesanal. Solo así se entienden a los grandes directores y dueños de equipo que eran unos enamorados de sus coches, amantes incansables que buscaban el coche perfecto, me recuerda esa famosa frase de Enzo Ferrari, “La máquina más bella es la que todavía nos queda por hacer”. Y es que de eso se trataba la F1, de sobrepasar los límites físicos de la realidad, embarcarse en una fantasía de grandes hazañas, durante 2 horas del domingo sentir que la conjunción con el viento es total, que el vértigo lleva tu nombre y no hay nadie que puede alcanzarte. Estas eran las grandes motivaciones para los jefes de los equipos, producir cada vez que salga a pista el coche más rápido, no solo superar a los adversarios, sino también superarse a sí mismos.

En algún momento la fórmula 1 dejó su aspecto artesanal y desembarcó la tecnología, la rapidez de un coche no dependía de la habilidad del diseñador (no siempre ingenieros sino apasionados, mecánicos o simples fanáticos como el caso de Steve McQueen), había llegado la época del ordenador, de la aerodinámica y la electrónica. Se comenzaron a ganar importantes segundos a base de complicados procesos que dificultaban cada vez más la conducción, las ayudas electrónicas se hicieron indispensables para que los pilotos puedan mantener la cabeza en la curva que sigue o el piloto de al lado. Así nació una nueva camada de pilotos que se enfrentaban al mundo del motor de manera distinta dándole el brillo de antaño y recuperando las viejas glorias de míticos pilotos que alimentaban los sueños de aquellos llamados a sucederles.

Todo este cambio fue tan vertiginoso y se exigía tanto que la competencia se volvió feroz, el que se retrasa un poco no es lo suficientemente rápido en pista. Las escuderías comenzaron a invertir más y más, se vio la necesidad de pedir patrocinios, los espacios en los coches se vendieron para promocionar productos, países o lo que sea que de dinero un año más. Pronto los pilotos noveles que se adentraban al gran circo tuvieron también que pagar por su asiento, desde luego nunca se lo llamó así, sino llevar patrocinadores para el equipo. Una vez demostrado el talento del joven piloto, este paso era innecesario por el hecho de que un talento siempre trae alguien interesado en asociar su imagen.

Hace unos pocos años la dirección de la FIA contempló asustada como las inversiones para competir en la F1 crecían de una manera exagerada, cada vez era más complicado para ciertos equipos mantenerse, o por lo menos es lo que se preveía si las cosas seguían a ese ritmo. Fue así como se comenzaron a buscar medidas para abaratar costos, muchas no llegaron más que a meras hipótesis, otras sin embargo se fueron ejecutando (aún están buscando más maneras), pronto se aprobaron puntos en el reglamento como la congelación de los motores, el uso de un solo motor y una sola caja de cambios para más de una carrera, etc.

¿Te preguntarás sin duda por qué te cuento todo esto? Por una simple razón, ninguna de estas medidas ha dado resultado. Sigue siendo extremadamente caro participar en un campeonato de F1. Es inaccesible, imposible a menos que tengas una gran maquinaria haciendo dinero detrás. Basta analizar las escuderías que hay hoy en día; la gran mayoría son grandes empresas, emporios enormes dedicados a vender coches de serie que han visto en la F1 la gran oportunidad para promocionar sus productos y así ganar mercado. De las 10 escuderías oficialmente (si 10, no me he equivocado) disputando el campeonato del mundo 6 pertenecen a estas grandes empresas: Ferrari, BMW, Toyota, Honda, Renault y McLaren-Mercedes. De las 4 escuderías que sobran 3 son el capricho, el juguete de dos de los hombres más millonarios del mundo, me refiero a Red Bull, Toro Rosso y Force India. Nombres propios en la F1 ligados a la dirección de las grandes escuderías han desaparecido: los Sauber, Jordan, Stewart, Prost, Tyrell, Minardi han dejado de existir. El único nombre propio que se ha mantenido después de tantos años y el último equipo que está compitiendo este año es Williams. Frank Williams ha logrado desde su silla de ruedas mantener a flote a la tercera escudería más laureada de la historia solo por detrás de Ferrari y McLaren, siendo el dueño inequívoco de su escudería, manteniendo esas ilusiones olvidadas, es un fósil de la "gentlemen competition” de aquellos grandes valores de antaño. Han sabido adaptarse a los tiempos, ir con el flujo, usar la nueva tecnología sin perder identidad.

Se estudió el año pasado la posibilidad del coche cliente. Esta normativa que pretendía impulsar la FIA tenía el objetivo de integrar nuevas escuderías en al competición a precios bastante asequibles, esto se consigue comprando a una de las grandes escuderías el chasis, motor y demás piezas que hagan falta para completar un monoplaza capaz de competir. Esto evidentemente evita costes de investigación, desarrollo y un largo etcétera. En un principio esta temporada se abría el campo a la primera escudería cliente propiedad del magnate británico David Richards, Prodrive, a integrarse en este curso comprando los elementos necesarios a McLaren. Sin embargo esto lleva letra pequeña que hay que leer con cuidado, los puntos conseguidos por estas escuderías no se suman a ellas sino a los vendedores, medida justa si tenemos en cuenta que el coche es de ellos realmente. En una de las últimas votaciones la idea quedó estancada con lo que se sigue estudiando la inclusión de estas escuderías en el campeonato.

Esta larga, larguísima introducción me lleva al tema que realmente quería tratar. La desaparición de la escudería Super Aguri después de 4 carreras en el campeonato 2008. Finalmente pasó lo que tanto temían, la escuadra por falta de pagos de uno de sus patrocinadores se quedó en la quiebra y no puede seguir este año. Después de dos años en la F1 el expiloto japonés Aguri Suzuki director de Super Aguri en una ruda de prensa informó su salida inmediata del campeonato. De todos es sabido que se mantenía en gran parte por el apoyo de otro gigante japonés como lo es Honda, sin embargo el hecho de que se vean superados por su hermano pequeño no debió gustarles mucho, acabaron por retirarles su apoyo y no dieron el visto bueno al intento por vender parte del paquete accionario a un capital alemán después que las negociaciones con la británica Magma Group haya fracasado. Lo que más me ha sorprendido de toda esta historia sin duda es la declaración final de Aguri Suzuki, que además de ser emotiva demuestra muy bien el ambiente que se respira en la F1, asegura que tuvo la oportunidad durante 22 grandes premios (el año y cuatro carreras que ha existido como escudería) de realizar un sueño y una aventura que lo ha llenado, que la competición ha sido su más grande alegría, y cierra diciendo lo siguiente, “…Si alguien quiere entrar a formar parte de la F1, yo le daría el consejo de que mejor no lo haga…”.

Está claro cuales son las capacidades necesarias para entrar en este mundo, yo me despido de esta escudería porque representa el espíritu competitivo de antaño, porque en ella y las pocas que quedan, concretamente en la única que queda, está la esencia de la F1. Adiós, saiyonara y gracias por revivir viejos sentimientos.

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